El político, historiador, poeta y ante todo gran
humanista veneciano Andrea Navagero nació en 1483 (Venecia) y murió en Blois en
1529. Estudió en la
Universidad de Padua y su saber se extendía a las ciencias
naturales con sus aplicaciones a la botánica y la agricultura.
El senado de Venecia lo eligió embajador, junto a
Lorenzo de Priuli, en la corte española de Carlos V el 10 de octubre de 1523,
para gestionar un tratado de paz, en un momento muy crítico de la historia
italiana, pues en la primera mitad del siglo XVI los principales estados
independientes italianos (Milán, Venecia, Florencia, Roma y Nápoles) se
convierten en territorios de lucha de dos superpotencias: España y Francia.
Saldría para estas tierras peninsulares desde la ciudad de los canales el 14 de
julio de 1524, aquí permanecería hasta 1528, con una larga estancia en Toledo,
en laboriosas negociaciones que dieron como resultado el Tratado de Madrid y la
libertad del rey Francisco I de Francia. En 1526 siguió a la corte española,
viajó por Andalucía donde se encontró en Granada con Juan Boscán[1]
a quien aconsejó Andrea Navagero que escribiera en lengua castellana los «sonetos y otras artes de trovas usadas por
los buenos autores de Italia», como más tarde recordara Juan Boscán. Por
su nobleza, generosidad y hombre de letras fue el elegido para el doble juego
de la política diplomática veneciana de aquellos años, que no debió agradarle,
pues mientras era agasajado en España, la República de Venecia negociaba con el papado y
otros con el objetivo de expulsar a los Habsburgo de Italia, el resultado fue
la creación de la Liga de Cognac contra Carlos V en mayo de
1526. La buena acogida a su embajada por Carlos V incomodó su posición y
provocó que en sus escritos de viaje se guardara silencio de todo
acontecimiento político, llegó a omitir el nacimiento de Felipe II que tuvo
lugar durante su estancia en Valladolid.
Andrea Navagero poseía en Murano (Venecia) un huerto
cerrado al gusto medieval, por eso, sin duda, en el relato de sus viajes por
España se detiene siempre con especial deleite en la descripción de huertas,
vegas y jardines; además de recoger plantas en estos viajes para aclimatarlas
en su jardín en Murano, donde, según cuenta, hablaba de filosofía y recitaba
poesías con sus amigos. El senado veneciano le encargó terminar la historia de
Venecia que había emprendido Sabélico pero tampoco pudo terminarla por las
misiones diplomáticas y su temprana muerte, como su predecesor, más tarde la
concluiría su amigo Pietro Bembo[2].
Como antes se ha señalado, en mayo de 1528 regresó
desde Valladolid a su patria donde dio cuenta de su embajada, y de allí fue
enviado como embajador a Francia, residiendo en la corte de Francisco I en
Blois, donde murió. De Andrea Navagero junto con el escritor Agostino Beazzano[3]
se conserva un retrato encargado a Rafael Sanzio de Urbino[4]
en 1516, durante la estancia de ambos en Roma. Escribió una pequeña
colección de poesías, “Lusus”, sus “Cartas a Ramusio” e “Il viaggio factto in Spagna, et in Francia”,
impreso en 1563, reeditado en 1718, y traducido al castellano y publicado por
Antonio María Fabié en 1879[5].
Se ha recogido aquí el escueto texto del exquisito y
refinado humanista a través de La
Mancha en los días centrales del mes de diciembre de 1526 por
diversas características como ser el único autor que nos da el origen y la
descripción de la Venta del Palacio, su relato de las tumbas de
los cristianos que murieron en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, el
testimonio de las más de siete leguas del acueducto de Consuegra que se
conservaban entonces, y por las referencias que hacen a este pasaje otros
autores en el siglo XIX como R. Ford y Ch. Davillier. La escasez de testimonios
sobre los caminos del siglo XVI ha motivado a autores como Manuel Fernández
Nieto[6]
a utilizar parte del texto de Andrea Navagero para indicar como serían estas
tierras –situación de las ventas, distancias entre lugares, …– en los días de
la novela de Cervantes.
De acuerdo con el texto sobre La Mancha de Andea Navagero,
en el siglo XVI eran dos los caminos para atravesar el territorio manchego de
Andalucía a Toledo, uno, el utilizado por él, poco habitado, estéril, de ventas
tristes y desventuradas, desde Venta del Palacio a Viso del Marqués, Almagro,
Carrioncillo, Yébenes, Orgaz y Toledo, y el otro, menos solitario y más
labrado, desde la Venta
del Palacio por Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas, Manzanares, Villarta de San
Juan, Consuegra, Mora y Toledo.
Texto. De Linares a Madrid.
Después de Linares, hay que pasar las montañas que
dividen a Andalucía de Castilla, por un sitio que llaman ahora el Puerto de
Muladar, y creo que es lo que llamaban los antiguos Saltus Castulonensis[7];
toda esta región es inculta y desierta, por lo cual hay que pasar una noche en la Venta del Palacio, que dista
5 leguas[8]
de Linares, y llegamos a ella el día 14[9].
La venta es una casa grande hecha en medio de los montes por los Reyes
Católicos para comodidad de los caminantes; hay en ella muchos y buenos
aposentos y una gran sala, pero sin ajuar alguno, como sucede en las demás
ventas de España, por lo que hay que llevarlo todo consigo. Pasada la venta
esta la mayor aspereza del Puerto y de ella dista el Viso 2 leguas; a este lugar llegamos el día 15, y en el camino
vimos muchas cruces que señalan los lugares en que yacen muchos cristianos que
murieron en una refriega que tuvieron allí con los moros, en la cual fueron al
fin vencidos y aniquilados los infieles.
Pasado el Puerto se sale de Andalucía y se entra en
Castilla, cuyo primer lugar es el Viso;
el Puerto de Muladar es, si no me engaño, parte de Sierra Morena, el día 16
fuimos a Almagro[10] que
esta a 7 leguas del Viso. Todo el camino se hace por un territorio deshabitado
y estéril. Almagro es buen lugar, el principal de la orden de Calatrava, y es
la entrada del Maestrazgo; hay en Almagro una cosa rara, pues hay allí algunos
pozos de agua agria. A 18 leguas de Almagro, en la Sierra Morena , hay
un lugar llamado Almadel (Almadén),
se saca plata viva de una piedra, cociéndola; y de esa misma se hace bermellón,
que es minio ó cinabrio[11].
Estuvimos un día en Almagro, retenidos por M. Gaspar Rótolo, y nos alojamos en
casa del Bachiller del Salto. El día 18 fuimos a Carrioncillo, que dista 3
leguas. A Malagón 3 leguas. En el camino, pasado Carrioncillo, a 1 legua, se
pasa el Guadiana, dejando a la derecha la ciudad de Calatrava, situada en una
colina sobre algunas rocas ásperas que la rodean como muralla muy sólida, pero
está en ruinas y deshabitada por el mal olor que hay por el río, que es todo
pantanoso y lleno de cañas, como un estanque. Entra el Guadiana bajo tierra a
lo largo de 7 leguas. Luego sale lejos de Malagón, es decir, más arriba. A 4
leguas y también en otros lugares hace lo mismo, pero permanece bajo tierra
poco trecho. El agua y los peces de este río son muy malsanos y casi
pestíferos, quizás por ir tanto espacio bajo tierra. Los antiguos llamaban al
Guadiana Anas.
Partiendo de Almagro y dejando a la derecha a Ciudad
Real, que dista 4 leguas, llegamos el día 19 a Yébenes, 8 leguas. El camino va siempre
por tierras deshabitada, en donde no se encuentra ningún alojamiento, salvo
algunas ventas tristes, desventuradas. A unas 3 leguas antes de llegar a
Yébenes, junto a una venta, se encuentra un acueducto antiguo, que comienza muy
lejos y va atravesando ese desierto y llega hasta Consuegra, y aunque en muchas
partes está muy destruido, se ven sus vestigios, y en algunos sitios está
entero, tiene más de 7 leguas. El 20 fuimos a Orgaz, y distante 1 legua, y de
aquí a Toledo, a donde llegamos el 21. En el camino, pasando Orgaz, están a 1
legua a la izquierda Fonseca y Jofrín, que dista dos; a la derecha hay muchos
lugares, que son muy apacibles a la vista, situados en la falda de los montes
alrededor de un gran valle. Se puede hacer este viaje por otro camino menos
solitario y desierto que el antedicho, para lo cual al salir de la Venta del Palacio se debe
tomar a la derecha y desde allí se llega a Santa Cruz, que dista 6 leguas, y
luego a Valdepeñas, que está a cuatro de Santa Cruz, a Manzanares hay otras
tantas, y a Villarta otras cuatro, e
igual distancia a Consuegra, 2 leguas a Mora y tras dos a Toledo. Al llegar a
Toledo se pasa el Tajo por un puente de piedra; en esta ciudad estuvimos desde
el veintiuno hasta el treinta de Diciembre para celebrar las fiestas de la Pascua de Navidad, y aquí
también las celebró el Cesar[12].
El día treinta fuimos a Olías, que hay 2 leguas; a Cabañas, que hay una, otra a
Juncos y otra a Illescas, donde estuvimos un día. El primero de enero fuimos a
Getafe que hay 4 leguas, y el dos a Madrid, que hay dos.
[1] Juan Boscán (H. 1487/92-1542), escritor español que se
formó en Castilla con Lucio Marineo Sículo. Tuvo amistad con Garcilaso de la Vega y Hurtado de Mendoza. Es
el iniciador de una gran revolución en la lírica española. En 1543 aparecieron
sus poesías reunidas junto con Garcilaso.
[2] Pietro Bembo (1470-1547), eclesiástico y humanista
italiano, formado en la
Florencia de los Médicis y en Mesina. Secretario del papa
León X (1515-1520). Paulo III le elevó al cardelanato (1539). Escritor de gusto
depurado, defendió como modelo de expresión literaria a Petrarca en poesía y a
Boccacio en prosa. Escribió la que puede considerarse la primera gramática
italiana.
[3] Gostino Beazzano, pintor, amigo de Navagero y Rafael
Sanzio, que realizó un famoso cuadro-retrato (1516) con los dos amigos
humanistas.
[4] Rafael Sanzio de Urbino (¿1483-1520?), pintor y arquitecto
italiano. Con Miguel Ángel y Leonardo da Vinci formaron el trío de los grandes
maestros del Alto Renacimiento. Pintor de una gran producción, su obra más
importante se encuentra en los Museos Vaticanos.
[5] Ver
bibliografía.
[6] Fernández Nieto,
Manuel, Para una ruta del Quijote:
primera salida, Cuadernos de Filología Hispánica, nº 17, págs. 41-61,
Universidad Complutense de Madrid, 1999.
[7] Los Montes de
Villamanrique y Sierra de Alcaraz, donde nacen los ríos Guadalén y Guadalimar,
para César (Carlos V) era la zona de separación entre la Hispania Citerior
y la Ulterior ,
y así se ha considerado históricamente.
[8] Quizá A.
Navagero se refiera siempre a “leguas de posta” que equivalían a 4.000 metros , aunque
no parecen, de cualquier modo, sus mediciones muy exactas.
[9] Se refiere al 14
de diciembre de 1526.
[10] En las escuetas
líneas que el italiano Lucio Marineo
Sículo en su libro De rebus Hispaniae
memorabilibus Libri XXV dedica a la provincia de Ciudad Real, unos treinta
años antes que A. Navagero, no se olvida de Almagro, dice: «Así que primeramente entramos por Ciudad
Real que es lugar grande y de mucha fertilidad y muy noble y de honrado nombre.
Y por la otra parte en Almagro villa muy noble y tal que representa ciudad;
tiene muy grandes campos y muy fértiles. Cuyas aguas aunque son algo agrias, y
casi como salobres son muy sanas. Bajo del cual está Malagón y más arriba de
éste Yebenes».
[11] García Mercadal
en su libro de “Viajes de Extranjeros por España y Portugal” incluye la
siguiente nota a pie de página: «Habla aquí Navagero de las minas de mercurio de
Almadén, en las que se explota este metal desde la más remota antigüedad,
sublimando el cinabrio, que es sulfuro de mercurio, por lo cual no se debe
confundir con el minio, que es peróxido de plomo; el bermellón no es más que el
cinabrio, que se aplica como materia colorante en diversas industrias para
hacer el rojo vivo». Tomo I, pág.
864.
[12] Se refiere a Carlos V.
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